La
Semana Santa granadina, al igual que el resto de manifestaciones
cofrades andaluzas, está cargada de un hondo sentimiento y pureza
que nada tiene que envidiar a otras más conocidas como puede ser la
Semana Santa de Sevilla.
Las
fiestas en Granada tienen un sabor especial, como fondo disfrutan de
la Alhambra, que rememora los tiempos de la reconquista cuando
comenzaron a promoverse los valores religiosos tras la expulsión de
los musulmanes.
Las
características primordiales son idénticas a las de otras ciudades,
puesto que todas parten de una misma tradición, pero con el tiempo
han desarrollado su propia identidad que las hace diferentes de las
del resto de Andalucía. A estos festejos se añade la presencia de
La Alhambra que actúa como marco incomparable de las celebraciones.
La
historia de la Semana Santa se remonta a los tiempos de la
reconquista, cuando tras la expulsión de los musulmanes llevada a
termino por los Reyes Católicos, la Iglesia puso todo su empeño en
promocionar los valores y tradiciones cristianos después de siglos
de influencia árabe. En Granada podemos ver la mezcla de estos dos
mundos sobre todo en estas fechas, con las celebraciones religiosas a
través de toda la herencia árabe que posee la ciudad y que la
caracterizan.Todo este carácter histórico cobra una nueva dimensión
en esta ciudad.
El
uso de imágenes religiosas que ilustraban la pasión de Cristo "Los
Pasos" servían para educar en la fe a las masas analfabetas.
Actualmente
cada una de las imágenes que se transportan en los pasos, tienen su
propia historia y tradición, y por lo general suelen ser piezas de
enorme valor artístico y de varios siglos de antigüedad,
ornamentadas con lujo y talladas en madera por conocidos escultores.
No en vano la mejor escultura de imaginería se hace en Andalucía,
ya que es aquí donde se tiene una tradición más larga y rica en
este aspecto.
En
la Semana Santa granadina, al igual que en el resto de España, las
imágenes son transportadas por los costaleros, los nazarenos la
siguen encapuchados, junto con los penitentes que transportan cruces
a sus hombros y las mujeres llevan vestidos negros, junto con cruces
o velas.
El
resurgir moderno de nuestra Semana Mayor tiene dos causas inmediatas
muy determinadas en el primer cuarto del siglo XX: el interés
demostrado por los arzobispos Meseguer y Casanova en la fundación y
vigorización de las hermandades penitenciales; y el enriquecimiento
y consolidación de la burguesía granadina, que impregnaría la vida
social de nuestra ciudad de su impronta tradicional y católica.
El
resultado es que en sólo diez años se fundan el Vía Crucis y la
Entrada en JerusalénBurriquilla, tras diversos avatares, tendría
que esperar hasta 1943 para lograr su normalización—; la
Misericordia (Silencio) (1924), el Rescate (1925), la Humildad (1925)
y la Santa Cena (1926); y se reorganizan el Santo Entierro (1924) y
la Soledad (1925), más antiguas que las anteriores. Pero esta
“primera oleada fundacional” evidenció inmediatamente las
dificultades que implicaba la organización de los desfiles
procesionales; y la solución fue similar a la ya puesta en práctica
en ciudades como Málaga: crear una Federación de Cofradías, cuyos
objetivos fundamentales serían coordinar la distribución de los
días de salida y los horarios e itinerarios; unificar la gestión
ante las autoridades civiles y eclesiásticas de las autorizaciones
pertinentes y las posibles ayudas; y establecer un cauce adecuado
para la relación con otras asociaciones sociales, culturales y
religiosas de la ciudad. (1917) —aunque la popular
En
la Cuaresma de 1927, el 11 de marzo, el Cardenal-Arzobispo Casanova
firma los Estatutos de la Federación de Cofradías. Su primer
Presidente, José Casinello Núñez, Hermano Mayor de la Soledad, se
encargó de que entre sus primeras labores estuviera, naturalmente,
la organización de los horarios e itinerarios de los desfiles
procesionales, difundidos popularmente con un programa de mano
incluido en prensa; además, el recorrido de las calles por las
cuales pasaban esas hermandades fueron cubiertas con sillas, cuyo
alquiler constituyó la primera fuente de ingresos de la Federación,
junto a la cuestación entre empresarios y comerciantes. Ese mismo
año se funda e ingresa en la Federación la Cofradía del Rosario,
filial de la Archicofradía del mismo nombre fundada por los Reyes
Católicos, mientras que la Cofradía de la Esperanza, aun habiendo
sido fundada ese año, tuvo que esperar a 1930 para procesionar y ser
federada. Al año siguiente, en 1928, se procedió a la renovación
de Presidente, cargo que durante muchos años sería anual y que
recayó en Vicente Ibáñez Alonso, Hermano Mayor de la Humildad. Se
fundan las Cofradías de Santa María de la Alhambra y la de los
Favores, que revitalizó una arraigada corporación devocional con
orígenes en el siglo XVII (federadas ambas en 1929).
En
los primeros años 30 se sucede una serie de eventos federativos de
profundo arraigo en la vida cofrade local: la edición del primer
cartel de la Semana Santa granadina, posiblemente el más antiguo de
España (experiencia que volvería a repetirse y que desde 1940 ha
sido una tradición estable); y la celebración de sendos Vía-Crucis
solemnes en la Iglesia Catedral metropolitana durante los años 1932
a 1934, a causa de la imposibilidad de realizar los desfiles
procesionales. En 1935, y con Miguel García Batllé, Hermano Mayor
de la Santa Cena, en la Presidencia, las Hermandades y Cofradías
vuelven a desfilar, uniéndose a ellas en esta ocasión la de los
Escolapios, que debido a la guerra no pudo federarse hasta 1940.
Tras
la guerra, y bajo el mandato de Santiago Valenzuela Suárez, Hermano
Mayor del Vía Crucis, en 1940 vuelven a ser procesionadas la
totalidad de las federadas, a las que ese año se une la Cofradía de
los Gitanos, y en 1941 la de los Dolores, fundada durante la guerra
por el Tercio de Requetés “Isabel la Católica”. Con García
Batllé de nuevo en la Presidencia (1941-1944), se reorganiza la
Burriquilla, tutelada en la práctica por la Federación hasta que se
federa en 1947. Debido a su fallecimiento, lo sustituye
provisionalmente el Hermano Mayor del Rescate, Ramón de Contreras
Pérez de Herrasti, durante cuyo breve mandato se federan dos nuevas
hermandades: la Oración en el Huerto y la Sentencia (1944). Al
proceder a la elección correspondiente, el cargo recae en el Hermano
Mayor de la entonces joven Cofradía de los Escolapios, Félix
Infantes Vílchez. Él impulsó y organizó el Pregón Oficial de la
Semana Santa de Granada, que, pese a su inicial intermitencia, se
convirtió en una de las actividades cofrades más características
de la Federación. El primer Pregón lo llevó a cabo Federico García
Sanchís, escritor y conferenciante de fama en la década de los 40,
el Miércoles Santo, en el Real Monasterio de San Jerónimo. En los
últimos años de la década fueron Presidentes Luis González
Rodríguez, Hermano Mayor y fundador de la Sentencia (1946-1949),
bajo cuyo mandato firma el Cardenal-Arzobispo Parrado un nuevo
Decreto para las Hermandades y su Federación, y se federa la
Cofradía de la Aurora (1949); y nuevamente Ramón de Contreras
(1949-1952). Entre 1952 y 1955 ocupa la Presidencia José Gómez
Sánchez-Reina, Hermano Mayor de la Santa Cena, que seguiría
presente en el mundo cofrade hasta la hora misma de su muerte, en los
años 80. Durante este primer mandato vio nacer e integrarse en la
Federación a la Cofradía de los Ferroviarios en 1953.
Su
sucesor comenzaría en 1955, extendiéndolo hasta 1970, el mandato
más dilatado en la Federación: el de Eladio Lapresa, Hermano Mayor
del Rescate, a quien se le debe la adquisición en 1965 de un piso en
la calle Ángel como sede para la Federación. Lo dilatado de su
mandato motiva que pudiese experimentar tanto el esplendor propio de
una época de generalizado pensamiento católico como la lenta pero
irresistible crisis de las Cofradías, fruto de unos nuevos tiempos
para la Iglesia y para el país. De este modo, y a pesar que de
todavía en 1960 se fundase la Cofradía de la Paciencia, sólo unos
años más tarde, en 1963, las dificultades económicas por las que
pasaban muchas cofradías obligaban al cese temporal de las
actividades de los Ferroviarios (como más adelante, en 1975, los
Escolapios). En esa situación llega a la Presidencia Francisco
Cifuentes, Hermano Mayor del Huerto, aunque como contrapartida ese
año la Federación obtuviera de manos del príncipe de España, don
Juan Carlos de Borbón, el título de Real. La crisis se instaló
definitivamente en las Hermandades y Cofradías y en la Federación
en los años sucesivos, que se salvaron con el mandato de gentes cuyo
amor a la Semana Santa estaba fuera de toda duda, como los hermanos
Arturo y José Gómez Sánchez-Reina (1972-1973 y 1973-1975,
respectivamente).
Sería
Francisco Gómez Montalvo, Hermano Mayor de la Cofradía de las
Penas, quien como nuevo Presidente de la Federación (1975-1983)
solventaría esa crisis, que tenía sus signos más evidentes en los
conflictos con los costaleros asalariados, fruto de un momento
difícil para la situación económica y política del país, que se
movía en la incertidumbre ante el final del franquismo. La decisión
de Gómez Montalvo es entonces drástica: anuncia públicamente que,
de no conseguirse superar las dificultades económicas, se
suspenderán los desfiles. Desde Sevilla, el Consejo de Cofradías se
ofreció a aportar la cantidad necesaria y llegó a programar una
suscripción popular; pero no fue necesaria, pues el Gobernador Civil
logró de la Caja Provincial de Ahorros, que estaba en pleno proceso
de constitución, que adelantara la cantidad necesaria.
Esta
situación de penuria se remediará cuando a partir de 1978 comiencen
a llegar los jóvenes a Hermandades y Cofradías. La formación de
las primeras cuadrillas de costaleros devocionales, inmediatamente
generalizada, supuso no sólo la supresión del gasto más importante
en la organización de las procesiones, sino una fuente de ingresos,
desde el momento en que, como hermanos cofrades, los costaleros
contribuyen con sus cuotas y papeletas de sitio, además de con su
labor, al mantenimiento de las Hermandades y Cofradías. Unido a este
resurgir, comienza una “tercera oleada fundacional”: en 1977 se
crea la Concepción; en 1980, la Estrella y los Estudiantes; y en
1982, la Encarnación y el Nazareno. La Semana Santa granadina
comenzaba un periodo de esplendor no igualado y, en correspondencia,
el peso específico de la Federación se hizo más evidente, lo que
le impulsaba también a renovar sus estructuras y formas (comenzando
por el propio escudo). A ello se une el hecho de que el predominio
político del PSOE en el Ayuntamiento vaya acompañado de una
decidida protección e impulso de las tradiciones, entre ellas los
desfiles procesionales —con la fundamental presencia en el gobierno
municipal de José Miguel Castillo Higueras—. Las subvenciones del
Ayuntamiento aumentan considerablemente y la Federación es premiada
con la Granada de Oro, que años más tarde recoge Gómez Montalvo de
manos de Antonio Jara.
La
progresiva renuencia de Gómez Montalvo, a partir de 1980, a aceptar
el nombramiento de Presidente, desemboca en la elección del veterano
federativo Miguel López Escribano, Hermano Mayor de la Sentencia
(1983-1989). Bajo su presidencia el tradicional Pregón Oficial de la
Semana Santa pasó a partir de 1988 desde su enclave en el Salón de
Plenos del Ayuntamiento al Teatro Isabel la Católica, su lugar
tradicional hasta 2006, cuando, debido a la pérdida de aforo del
teatro, se ha trasladado al Palacio de Congresos. Además, conoció
una renovación de los Estatutos en 1985, por Decreto de Méndez
Asensio. Durante su mandato se incorporaron a la Federación dos
Cofradías del Zaidín: los Salesianos y la Lanzada (1984). En 1988
es elegido como Presidente Antonio Medina Píñar, Hermano Mayor de
la Entrada en Jerusalén, que había ocupado gran número de cargos
en Juntas de Gobierno de la Federación. Uno de sus logros más
reseñables fue la edición de un Boletín de la Federación, con el
nombre de Gólgota. Durante su mandato se integró en la Federación
la Cofradía de la Resurrección (1989), cuyos estatutos se habían
aprobado en 1985.
En
1992 asume la Presidencia José Antonio Pineda López, Hermano Mayor
de la Soledad de San Jerónimo, habituado a las tareas federativas,
que sería el encargado de concluir el proceso de renovación que,
como en otros ámbitos diocesanos, había sugerido el Sínodo
Diocesano de 1991. Entre sus logros destaca su potenciación de las
actividades cuaresmales (la recuperación del Vía-Crucis en el
interior de la Catedral, que desde 1993 viene celebrándose con una
Imagen distinta; la convocatoria a las federadas a la Eucaristía del
Miércoles de Ceniza presidida por el Arzobispo en la Catedral; y el
establecimiento de las Charlas Cuaresmales, dirigidas por el
Arzobispo). Durante su mandato se incorporaron a la Federación las
Cofradías del Cristo del Trabajo, el Cristo Resucitado (ambas en
1992), el Cristo de San Agustín (1994) y Jesús Despojado (1996),
con lo que llega a las treinta y dos actuales el número de
federadas.
El
Miércoles de Ceniza de 1996 se hace público el Decreto por el que
se aprobaba el Estatuto Marco de las Hermandades y Cofradías, en el
cual se establece, entre otras cosas, que el proceso de reforma se
llevaría a cabo desde la Real Federación por una Comisión Gestora.
Ésta estuvo integrada por los Hermanos Mayores del Silencio y de San
Agustín, José María Ortiz y Manuel López Guadalupe,
respectivamente, así como por el Secretario de la Cofradía de la
Alhambra, José Luis Ramírez Domenech. Se abre así, hasta 1998, un
periodo de renovación y aprobación de los Estatutos, todavía
vigentes. Entre las actividades que promueve la Comisión Gestora se
encuentra la creación del Pregón de las Glorias de María, que
inaugura en 1997 el Hermano Mayor de la Paciencia, José Luis
Pérez-Serrabona; la celebración del Día de la Juventud Cofrade en
la festividad de San Juan Evangelista (27 de diciembre); y las
Jornadas de Convivencia que comienzan a celebrarse en 1998, fijándose
el mes de junio para su realización.
Será
el mismo José María Ortiz el primer Presidente de esta renovada
Federación, para cuya elección, por vez primera, no es necesario
ser Hermano Mayor, y que tiene ahora una duración de cuatro años.
Bajo su presidencia, y en el año 1999, se produce el anuncio por el
Arzobispo, Antonio Cañizares, de que en el año 2000 las Hermandades
y Cofradías concluirán su estación de penitencia en el interior de
la Santa Iglesia Catedral. Aunque declara que se hace para obtener
las indulgencias jubilares, hasta la fecha la misma sigue
manteniéndose. Entre los logros más destacados del mandato de José
María Ortiz sobresalen la ampliación a tres números anuales de la
revista Gólgota; el traslado de la sede oficial de la Federación,
en octubre de 2000, al “Centro Ágora”; y la celebración de los
diversos actos conmemorativos del 75 Aniversario de la Federación,
bajo el lema “Unidos por el mismo Espíritu” —que sirvió
igualmente como título para la primera publicación de la Federación
destinada a la formación de los cofrades—. José María Ortiz
recibió la Medalla de Oro de la Real Federación en junio de 2010
por el gran esfuerzo renovador y dedicación a la institución y a
las hermandades granadinas. En octubre de ese año, Ortiz moría
dejando un enorme legado de trabajo y sacrificio por la Real
Federación y por su Hermandad del Silencio.
Siguiendo
con esta crónica histórica del organismo federativo, a José María
Ortiz (q.e.p.d.) le sucede en el cargo Gerardo Sabador Medina,
Hermano Mayor del Resucitado, que durante dos mandatos consecutivos
desde 2002 a 2010 efectuó una presidencia en la que fueron
significativas la presencia de mujeres y de jóvenes en la Junta de
Gobierno, intentando llevar a las estructuras federativas la realidad
de las Hermandades y Cofradías del siglo XXI. Su apuesta por los
llamados “grupos jóvenes” se tradujeron en la importancia que
desde la Federación se está atribuyendo a la formación y animación
de los jóvenes cofrades. También se concilia modernidad y tradición
en actuaciones como la reciente modificación del formato de la
revista Gólgota, que iniciaó en 2006 su “Segunda Época” con
José Luis Clements (q.e.p.d.) como director, o el esfuerzo por
conseguir la celebración de un Desfile Antológico que se celebró
exitosamente en 2009 -Centenario del primer Santo Entierro Magno
celebrado en Granada- bajo el nombre de Passio Granatensis (ver
Especial en esta web).
En
abril de 2010, al finalizar la etapa de gobierno de Gerardo Sabador,
el Sr. Arzobispo de Granada nombra nuevo Presidente de la Real
Federación: Antonio Martín Sánchez. Cofrade vinculado desde su
infancia a las hermandades de la Purísima Concepción y de los
Dolores (de ésta fue también su Hermano Mayor durante varios años),
retomó el testigo de la anterior Junta de Gobierno a la que
perteneció como Vicepresidente. Su programa de gobierno incluye el
refuerzo de los aspectos capitales que ya desarrolló su antecesor
(juventud cofrade, formación y renovación paulatina de actos y
actividades) junto con el deseo de involucrar cada vez más a los
cofrades granadinos en el desarrollo de las iniciativas de la Real
Federación. Uno de esos proyectos es el de la 'Biblioteca Cofrade'
de la antigua sede de la institución en la calle Ángel, el inicio
de la "Tercera Época" de Gólgota bajo la dirección de
Luis Javier López y la gestión de la nueva Tribuna Oficial de la
calle Ganivet que ha permitido una mayor rentabilidad económica, al
instalarse más palcos de los que había en la anterior ubicación de
la Plaza del Carmen, y también una mayor relevancia social ya que
muchos ciudadanos han podido acceder a tener un palco en la Carrera
Oficial granadina.
Real
Federación de Hermandades y Cofradías, Granada
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