viernes, 8 de febrero de 2013

Hermandad de los Dolores, Córdoba


Real, Venerable e Ilustre Hermandad Servita de Nuestra Señora de los Dolores Coronada y Santísimo Cristo de la Clemencia.

Córdoba



Datos Históricos


La historia de la Hermandad arranca en los principios del siglo XVIII, cuando se funda en Córdoba la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, como Tercera Orden Servita, en virtud de la licencia expedida en Roma por el general Juan Francisco María Poggi, el 15 de abril de 1699. Eran unos años en los que la ciudad estaba especialmente sensibilizada hacia esta advocación. Por este motivo, cuando en 1717 la congregación encarga la realización de la imagen a Juan Prieto, la rechaza porque no es su semblante propiamente doloroso. El mismo autor entrega dos años más tarde la talla que actualmente conocemos. A partir de este momento comienza a crecer en Córdoba la devoción hacia esta imagen de Nuestra Señora de los Dolores.

Los cultos fundamentales que se han mantenido a lo largo de estos tres siglos consisten en la celebración del Viernes de Dolores, salida procesional en Semana Santa, septenarios en Cuaresma y en septiembre, que en el día 15 se celebra su fiesta. También se celebró hasta bien entrado el siglo XX la fiesta de San Felipe Benicio, con procesión y función de fuegos artificiales. Además, de generación en generación, se han transmitido diversas prácticas piadosas relacionadas como la Orden de los Siervos de María, como el rezo de la Corona Dolorosa que aún se mantiene.


Si hubiese de destacarse una fecha en torno a esta imagen, ésta no es otra que el Viernes de Dolores. La ciudad de Córdoba vive esta jornada como una gran fiesta en torno a esta dolorosa. La iglesia del Hospital de San Jacinto abre sus puertas de madrugada y hasta bien entrada la noche el entorno de la plaza de Capuchinos es un reguero de fieles que acuden a visitar a la que es considerada como la .Señora de Córdoba. Por la mañana se celebra la Fiesta de Regla, siempre presidida por el obispo, y que cuenta con la asistencia de las primeras autoridades locales.

Nuestra Señora de los Dolores fue coronada canónicamente el 9 de mayo de 1965 por el cardenal Bueno Monreal. Esta ceremonia, que congregó a decenas de miles de cordobeses, es uno de los grandes hitos religiosos de todos los tiempos en la capital. A sus pies se han postrado reyes, príncipes, jefes de Estado, cardenales y obispos en una larga nómina. Las indulgencias concedidas son interminables y la devoción de los cordobeses hace que a ella sean ofrecidos los recién nacidos y que su imagen guarde en la sepultura el sueño eterno de sus devotos.


Imágenes


La talla del Santísimo Cristo de la Clemencia es obra del escultor valenciano afincado en Córdoba Don Amadeo Ruiz Olmos, y data de 1938. Es de estatura normal, representa a Jesús muerto en la cruz, con la cabeza inclinada y descansando sobre el hombro derecho. El pelo largo y enrizado le cae sobre la espalda y el pecho. Tiene los ojos cerrados y la boca entreabierta tras el último aliento. La cara del Santísimo Cristo de la Clemencia nos transmite una sensación de paz infinita, no se detecta en ella a excepción de algunas gotas de sangre en la frente y el amoratamiento de los pómulos, rastro alguno del tormento al que el hijo de dios fue sometido. Sus músculos faciales nos muestran una relajación total y profunda, más que muerto parece estar dormido. Procesiona por primera vez en la estación de penitencia de la hermandad del año 1949. Fue restaurado en el año 1984, por el imaginero cordobés Miguel Arjona Navarro.


En el año 1719, Juan Prieto entregaba a la Hermandad la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, siendo ésta de tamaño natural y de candelero. La imagen nos representa a la madre de dios en el recordatorio de sus dolores, llamándonos poderosamente la atención que de sus facciones han desaparecido los tan usuales rasgos de adolescencia que encontramos en la mayoría de las representaciones de María. Su rostro nos transmite una compasión y ternura infinitas, su llorar es profundamente sereno, tan sólo un leve pinzamiento en su entrecejo nos lleva a comprender su punzante dolor.


Pasos Procesionales


Paso de misterio de estilo Neobarroco, en color caoba, tiene diseño de Rafael Bernier Soldevilla y talla de Ricardo Castilla (1949). Está iluminado por candelabros de faroles, realizados, con diseño de Rafael Bernier, en alpaca plateada y madera por Alfonso Luque e Ignacio Torronteras (1949) y reformados por Juan Angulo (1994).



El paso de Virgen tiene los respiraderos cincelados en plata, obra de Emilio García Armenta y los Hnos. Fragero (1937). La peana (1779) es talla de Francisco Enríquez, los ángeles de Francisco Arellano y medallones del hno. servita Agustín. Los candelabros de cola, en plata, son de García Armenta (1960); la candelería de 70 piezas, en alpaca plateada, de Angulo (1993); las jarras, en plata, de Hnos. Fragero (1954). Et frontal del paso luce la imagen de San Rafael, en alpaca plateada, de Angulo (1993).


Hábito Procesional

Túnica, cubre rostro y cíngulo negro.

Estación de Penitencia: Viernes Santo



Su Templo


Iglesia Hospital de San Jacinto



La iglesia de Nuestra Señora de los Dolores es una obra del siglo XVIII de estilo barroco, que formó parte del desaparecido Hospital de San Jacinto, en la plaza de Capuchinos.

Se trata de una iglesia de medianas dimensiones, de planta basilical, en cuyo interior se conserva la Virgen de los Dolores, considerada por muchos la talla más bella de Córdoba, y una de las imágenes marianas que más devoción tiene en Córdoba. Esta imagen es titular, junto al Cristo de la Clemencia, de la Hermandad de los Dolores o Los Dolores simplemente, que tienen en esta iglesia su sede canónica.

En el año 1710 el Hospital se ubica sobre parte de la que fue casa solariega del Marqués de Almunia, y la iglesia se constituyó como tal en el año 1728 bajo el auspicio del Obispo Marcelino Siuri. Su fachada es sobria y opaca, fundamentalmente en la parte baja, que es ciega. Destaca por sus dos portadas gemelas, la de la iglesia y la de acceso al hospital, situada a escasos pasos de ésta. A su derecha, encontramos una tercera portada en piedra entrada del actual asilo.

En el año 1816 se traslada la casa de Expósitos que mantenía al Hospital de San Sebastián junto a la Mezquita Catedral.

La iglesia es de una sola nave de regulares dimensiones, con cúpula. Los altares, que son siete, adolecen en sus adornos o retablos del mal gusto de la época en que fueron construidos. El mayor tiene en el centro un camarín, en que se venera a Nuestra Señora de los Dolores, a que tributa continuo y solemne culto la hermandad de Siervos de María, fundada con autorización del reverendísimo padre fray Juan Francisco María Paggi, general de la congregación de igual título, dada en Roma en 1699.

La imagen está adornada con extraordinario lujo, si bien como escultura es de muy escaso mérito. Es sacada en procesión en la tarde del Domingo de Ramos, aunque con algunas interrupciones, y forma también parte del Santo Entierro los Viernes Santos que se realiza esta solemnidad.

Por bajo del camarín está el tabernáculo, más moderno que lo demás del retablo, y aunque no malo en su forma está pintado con un gusto detestable. A los lados de éste están las imágenes de vestir de San Jacinto y San Felipe Benicio; la cabeza y manos de éste son obra del maestro fray Juan Vázquez, prior del convento de San Pablo, que, como dijimos en su lugar, hizo algunas esculturas.
Por cima de éstos hay dos lienzos bastante buenos representando a San Juan Bautista y San Jerónimo, y en lo alto otro grande y apaisado con un suceso de la vida de San Jacinto.

En la capilla mayor hay otros dos cuadros grandes que figuran la degollación de San Juan Bautista y el momento en que la Virgen regala al beato Domingo Soriano el verdadero retrato de Santo Domingo de Guzmán. En el arco toral hemos visto otros dos lienzos pequeños con San Jerónimo y el martirio de Santa Bárbara.

Los altares del lado del evangelio tienen la Virgen, imagen de vestir a que titulan Nuestra Señora de los Buenos Temporales, San Antonio de Padua y Jesús a la Columna con un Ecce Homo por bajo, y los de la epístola, San José, la Purísima Concepción y el beato Francisco de Posadas, que tanto hizo por la prosperidad de esta casa.

La entrada a este hospital es una pieza cuyos cuatro frentes los ocupan las puertas de la calle, al interior, la iglesia y la enfermería; sobre la segunda está un gran cuadro con el retrato de don Marcelino Siuri, principal bienhechor de aquellos pobres, con una sencilla dedicatoria. Todo lo demás está cubierto de pinturas, como las de San Pedro, San Pablo, el rico avariento y otras, y multitud de milagros o exvotos colocados allí por los agradecidos fieles que han recibido beneficios por la intercesión de la Virgen. Frente a la entrada hay una urna con un Ecce Homo, escultura menor que el natural, al que también se atribuyen muchos y portentosos milagros.

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