Real,
Venerable e Ilustre Hermandad Servita de Nuestra Señora de los
Dolores Coronada y Santísimo Cristo de la Clemencia.
Córdoba
Datos
Históricos
Los
cultos fundamentales que se han mantenido a lo largo de estos tres
siglos consisten en la celebración del Viernes de Dolores, salida
procesional en Semana Santa, septenarios en Cuaresma y en septiembre,
que en el día 15 se celebra su fiesta. También se celebró hasta
bien entrado el siglo XX la fiesta de San Felipe Benicio, con
procesión y función de fuegos artificiales. Además, de generación
en generación, se han transmitido diversas prácticas piadosas
relacionadas como la Orden de los Siervos de María, como el rezo de
la Corona Dolorosa que aún se mantiene.

Nuestra
Señora de los Dolores fue coronada canónicamente el 9 de mayo de
1965 por el cardenal Bueno Monreal. Esta ceremonia, que congregó a
decenas de miles de cordobeses, es uno de los grandes hitos
religiosos de todos los tiempos en la capital. A sus pies se han
postrado reyes, príncipes, jefes de Estado, cardenales y obispos en
una larga nómina. Las indulgencias concedidas son interminables y la
devoción de los cordobeses hace que a ella sean ofrecidos los recién
nacidos y que su imagen guarde en la sepultura el sueño eterno de
sus devotos.
Imágenes
La
talla del Santísimo Cristo de la Clemencia es obra del escultor
valenciano afincado en Córdoba Don Amadeo Ruiz Olmos, y data de
1938. Es de estatura normal, representa a Jesús muerto en la cruz,
con la cabeza inclinada y descansando sobre el hombro derecho. El
pelo largo y enrizado le cae sobre la espalda y el pecho. Tiene los
ojos cerrados y la boca entreabierta tras el último aliento. La cara
del Santísimo Cristo de la Clemencia nos transmite una sensación de
paz infinita, no se detecta en ella a excepción de algunas gotas de
sangre en la frente y el amoratamiento de los pómulos, rastro alguno
del tormento al que el hijo de dios fue sometido. Sus músculos
faciales nos muestran una relajación total y profunda, más que
muerto parece estar dormido. Procesiona por primera vez en la
estación de penitencia de la hermandad del año 1949. Fue restaurado
en el año 1984, por el imaginero cordobés Miguel Arjona Navarro.
En
el año 1719, Juan Prieto entregaba a la Hermandad la imagen de
Nuestra Señora de los Dolores, siendo ésta de tamaño natural y de
candelero. La imagen nos representa a la madre de dios en el
recordatorio de sus dolores, llamándonos poderosamente la atención
que de sus facciones han desaparecido los tan usuales rasgos de
adolescencia que encontramos en la mayoría de las representaciones
de María. Su rostro nos transmite una compasión y ternura
infinitas, su llorar es profundamente sereno, tan sólo un leve
pinzamiento en su entrecejo nos lleva a comprender su punzante dolor.
Pasos
Procesionales

El
paso de Virgen tiene los respiraderos cincelados en plata, obra de
Emilio García Armenta y los Hnos. Fragero (1937). La peana (1779) es
talla de Francisco Enríquez, los ángeles de Francisco Arellano y
medallones del hno. servita Agustín. Los candelabros de cola, en
plata, son de García Armenta (1960); la candelería de 70 piezas, en
alpaca plateada, de Angulo (1993); las jarras, en plata, de Hnos.
Fragero (1954). Et frontal del paso luce la imagen de San Rafael, en
alpaca plateada, de Angulo (1993).
Hábito
Procesional
Túnica,
cubre rostro y cíngulo negro.
Estación
de Penitencia: Viernes Santo
Su
Templo
Iglesia
Hospital de San Jacinto
La
iglesia de Nuestra Señora de los Dolores es una obra del siglo XVIII
de estilo barroco, que formó parte del desaparecido Hospital de San
Jacinto, en la plaza de Capuchinos.
Se
trata de una iglesia de medianas dimensiones, de planta basilical, en
cuyo interior se conserva la Virgen de los Dolores, considerada por
muchos la talla más bella de Córdoba, y una de las imágenes
marianas que más devoción tiene en Córdoba. Esta imagen es
titular, junto al Cristo de la Clemencia, de la Hermandad de los
Dolores o Los Dolores simplemente, que tienen en esta iglesia su sede
canónica.
En
el año 1710 el Hospital se ubica sobre parte de la que fue casa
solariega del Marqués de Almunia, y la iglesia se constituyó como
tal en el año 1728 bajo el auspicio del Obispo Marcelino Siuri. Su
fachada es sobria y opaca, fundamentalmente en la parte baja, que es
ciega. Destaca por sus dos portadas gemelas, la de la iglesia y la de
acceso al hospital, situada a escasos pasos de ésta. A su derecha,
encontramos una tercera portada en piedra entrada del actual asilo.
En
el año 1816 se traslada la casa de Expósitos que mantenía al
Hospital de San Sebastián junto a la Mezquita Catedral.
La
iglesia es de una sola nave de regulares dimensiones, con cúpula.
Los altares, que son siete, adolecen en sus adornos o retablos del
mal gusto de la época en que fueron construidos. El mayor tiene en
el centro un camarín, en que se venera a Nuestra Señora de los
Dolores, a que tributa continuo y solemne culto la hermandad de
Siervos de María, fundada con autorización del reverendísimo padre
fray Juan Francisco María Paggi, general de la congregación de
igual título, dada en Roma en 1699.
La
imagen está adornada con extraordinario lujo, si bien como escultura
es de muy escaso mérito. Es sacada en procesión en la tarde del
Domingo de Ramos, aunque con algunas interrupciones, y forma también
parte del Santo Entierro los Viernes Santos que se realiza esta
solemnidad.
Por
bajo del camarín está el tabernáculo, más moderno que lo demás
del retablo, y aunque no malo en su forma está pintado con un gusto
detestable. A los lados de éste están las imágenes de vestir de
San Jacinto y San Felipe Benicio; la cabeza y manos de éste son obra
del maestro fray Juan Vázquez, prior del convento de San Pablo, que,
como dijimos en su lugar, hizo algunas esculturas.
Por
cima de éstos hay dos lienzos bastante buenos representando a San
Juan Bautista y San Jerónimo, y en lo alto otro grande y apaisado
con un suceso de la vida de San Jacinto.
En
la capilla mayor hay otros dos cuadros grandes que figuran la
degollación de San Juan Bautista y el momento en que la Virgen
regala al beato Domingo Soriano el verdadero retrato de Santo Domingo
de Guzmán. En el arco toral hemos visto otros dos lienzos pequeños
con San Jerónimo y el martirio de Santa Bárbara.
Los
altares del lado del evangelio tienen la Virgen, imagen de vestir a
que titulan Nuestra Señora de los Buenos Temporales, San Antonio de
Padua y Jesús a la Columna con un Ecce Homo por bajo, y los de la
epístola, San José, la Purísima Concepción y el beato Francisco
de Posadas, que tanto hizo por la prosperidad de esta casa.
La
entrada a este hospital es una pieza cuyos cuatro frentes los ocupan
las puertas de la calle, al interior, la iglesia y la enfermería;
sobre la segunda está un gran cuadro con el retrato de don Marcelino
Siuri, principal bienhechor de aquellos pobres, con una sencilla
dedicatoria. Todo lo demás está cubierto de pinturas, como las de
San Pedro, San Pablo, el rico avariento y otras, y multitud de
milagros o exvotos colocados allí por los agradecidos fieles que han
recibido beneficios por la intercesión de la Virgen. Frente a la
entrada hay una urna con un Ecce Homo, escultura menor que el
natural, al que también se atribuyen muchos y portentosos milagros.
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