Real
Hermandad Sacramental y Cofradía de nazarenos del Santísimo Cristo
de la Buena Muerte, Cristo Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de
las Angustias
Jaen
Datos
Históricos
La
Cofradía nace en 1926 transformando una antigua cofradía de Gloria,
la del Señor de la Buena Muerte, que desde mediados del S. XVIII
radicaba en el convento de La Merced y veneraba una portentosa imagen
que representaba el momento en el que, tras la flagelación Jesús
recoge sus vestiduras, obra que se había traído desde Granada en
1726 y atribuida a José de Mora, por la familia Mírez. Gozaba con
Altar privilegiado de difuntos por lo que se le consideraba "abogado
de la Buena Muerte".
Esta
cofradía tenía por finalidad atender al entierro y sufragio de sus
hermanos, y celebraba su Fiesta en el mes de mayo. En los años
veinte del siglo pasado se encontraba escasa de apoyos y cofrades,
manteniéndose viva gracias a ciertas familias ligadas en el tiempo a
sus filas. Fue por ello que un grupo, liderado por Manuel Cañones de
Quesada, decidió reactivarla transformándola en cofradía de
Pasión.
Fue
entonces cuando se encarga un crucificado al escultor comprovinciano
Jacinto Higueras Fuentes y se radica en la Santa Iglesia Catedral,
consiguiendo que el Excmo. Cabildo le facilitase la imagen de Ntra.
Sra. de las Angustias, que había llegado a la Catedral procedente
del extinguido convento de Carmelitas Descalzos. En 1930 se incorpora
una imagen de San Juan, obra del valenciano Francisco de Pablo.
Desde
su primera salida procesional en 1.927, la Hermandad aparece como una
poderosa palanca que revitalizará la Semana Santa de Jaén, gracias
al apoyo conseguido de distintas personalidades, y se presenta una
procesión de inusitada belleza, brillantez y se ponen en marcha
diferentes iniciativas hasta entonces desconocidas en Jaén. Todo
ello da a esta Hermandad un indudable carisma y la revisten de una
seriedad y señorío que habrán de caracterizarla desde entonces
hasta nuestros días.
Desde
1986 tiene la condición de Hermandad Sacramental.
Imágenes
Santísimo
Cristo de la Buena Muerte.
Obra
de Jacinto Higueras Fuentes de 1927, realizado en madera de Aliso y
crucificado sobre cruz, de sección plana, en madera de nogal. En
2009 fue restaurado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Artístico.
Cristo
Descendido de la Cruz
Grupo
escultórico original del escultor santanderino Víctor de los Ríos
Campos de 1959. Lo componen las figuras de Nicodemo, subido en la
escalera, Jesús muerto en brazos de San Juan y José de Arimatea,
María Magdalena, una de las santas mujeres y la Virgen María.
Nuestra
Señora de las Angustias.
Atribuida
al granadino José de Mora de principios del S.XVIII y procedente del
desaparecido convento de S. José de P.P. Carmelitas Descalzos, al
que llego en 1720. Fue restaurada por el I.C.R.O.A en 1983.
Representa a la Virgen con su Hijo en el regazo con las manos
entrelazadas en su pecho. Completan el conjunto dos portentosos
angelitos plañideros que portan en sus manos el martillo y las
tenazas de la pasión, en metal plateado, y enjugan sus lágrimas en
delicados pañuelos bordados.
Pasos
Procesionales
El Cristo, procesiona
desde 2002 sobre sobrio trono, en madera de cedro y barnizado en
nogal, tallado por José Tirao Carpio, e inspirado en la arquitectura
y ornamentos de la Catedral de Jaén. Como elementos fundamentales
destacan las reliquias de San Pedro Poveda, San Josemaría Escrivá
de Balaguer y las del Beato Manuel López Garrido, expuestas en
cuatro relicarios de plata realizados por los de talleres de Arte
Moreno de Granada, colocadas en los costeros del trono. Así mismo
son destacadísimas las cuatro tablas pictóricas incorporadas en las
capillas perimetrales del trono que representan: La Santísima
Trinidad, La Ascensión, La Asunción y la Eucaristía realizadas por
encargo de la Hermandad a nuestro hermano, y afamado, pintor D.
Francisco Huete Martos. Destacan también, en las esquinas del trono,
las tallas de los evangelistas obra de José Dueñas Rosales.
Cristo Descendido, procesiona desde el año 2002, sobre el antiguo trono del Stmo. Cristo de la Buena
Muerte, en el que trabajaron Manuel González Fernández y José
Castillo Ordóñez en 1928, y que fue ampliado y reformado por
Vicente Castillo en 1958, adaptándose en 2002 para este grupo por
José Tirao Carpio.
bellísimo
trono barroco plateado obra del tallista Francisco Palma Burgos en
1950, restaurado en los años 1999-2001 por Eloisa Arcos.
Hábito
Procesional
Túnica
y capa blancas con botonadura negra y filo negro en bocamanga,
cíngulo negro de lana, caperuz de seda negro y sobre el pecho, en
círculo blanco de seda, el emblema de la Hermandad bordado. Guantes
blancos y zapatos y calcetines negros.
Estación
de Penitencia: Miercoles Santo
Casa
Hermandad: c/Espiga 7 bajo
Enlace:
Buena Muerte de Jaen
Su
Templo
Santa
Iglesia Catedral de Jaén
Conquistada
Jaén en 1246, el obispo de Córdoba D. Gutierre consagró la
mezquita mayor, la dedicó a la Asunción de la Virgen, y la
convirtió así en el primer templo de la diócesis. El edificio
musulmán pervivió hasta 1368, cuando el obispo D. Nicolás de
Biedma derribó la mezquita e inició la construcción de una
catedral gótica, dotada de cinco naves y claustro. No debió ser una
obra sólida, pues a finales del s. XV D. Luis Osorio tuvo que
derribarla y empezó a construir otra, en el mismo estilo
arquitectónico. Para ayudar a la construcción, el prelado otorgó
una serie de indulgencias y gracias, y el sínodo de 1492 ordenó la
colocación de un cepillo en cada parroquia con el fin de recolectar
donativos destinados a sufragar los gastos del nuevo templo. En 1500
tomó posesión del obispado de Jaén uno de los prelados que ha
pasado a su historia como mecenas de las artes e impulsor de
distintas edificaciones: D. Alonso Suárez de la Fuente del Sauce,
quien realizó importantes reformas en la fábrica de la catedral,
aún en estilo gótico.
En
1525 un peritaje del cimborrio determinó que amenazaba ruina y
empezó a considerarse la posibilidad de construir un nuevo edificio,
más sólido que el ya existente. Intervino entonces un personaje que
fue decisivo para el inicio de una nueva etapa constructora: el
cardenal Esteban Gabriel Merino, arzobispo de Bari y obispo de Jaén,
residente en la curia romana. El purpurado logró obtener del papa
Clemente VII el breve Salvatoris Domini (20 diciembre 1529) por el
que el pontífice concedió una notable cantidad de indulgencias a
quien contribuyera económicamente a la edificación de una nueva
catedral, a la vez que autorizaba la constitución de una cofradía
bajo la advocación del Santo Rostro, compuesta por 20.000 hombres e
idéntico número de mujeres. Con los fondos recolectados se
iniciaron las obras hacia 1551 según los planos del que fue el gran
artífice del nuevo templo, Andrés de Vandelvira. La modernidad de
la obra nueva residía en la desaparición de la girola gótica, con
lo que se creaba una planta de tipo salón. El mayor mérito de la
catedral radica en que durante los siglos que duró su construcción,
el plano originario de Vandelvira fue continuado por los demás
arquitectos, empezando por su discípulo Alonso Barba, aunque la
decoración posteriormente se barroquizara. Las obras se suspendieron
por las crisis económicas que sacudieron el final del reinado de
Felipe II, a las que se añadió la falta de recursos económicos.
En
1634, el cardenal D. Baltasar de Moscoso y Sandoval, decidido a sacar
las obras del proceso de paralización que habían sufrido, obtuvo de
Urbano VIII un breve fechado el 8 de enero 1635, por el que la Santa
Sede, previa autorización de Felipe IV, autorizaba la aplicación de
dos mil ducados anuales de la mesa episcopal, mil quinientos de la
mesa capitular y las rentas de los beneficios vacantes de toda la
diócesis. Esta gracia, prorrogada sucesivamente, supuso en recursos
económicos más de la duplicación de las rentas de la fábrica, lo
que permitió la prosecución de las obras con un ritmo constante
hasta su conclusión. El arquitecto Juan de Aranda Salazar concluyó
el crucero y la cúpula, y así en 1660 se pudo consagrar el templo
con unas espléndidas fiestas. Siguiendo el proceso constructivo, en
1688 se culminó la fachada como un gran retablo de órdenes
gigantescos, según diseño de Eufrasio López de Rojas, con relieves
de Pedro Roldán y una balaustrada de Blas Antonio Delgado. En el
interior, el coro fue construido durante el primer tercio del siglo
XVIII aprovechando la sillería del XVI. Su bóveda fue proyectada
por José Gallego y Oviedo del Portal, discípulo de Churriguera
(1726), quien también diseñó la arquitectura pétrea del mismo
coro. A finales del XVIII se decoraron las capillas y fue erigido el
tabernáculo y ostensorio del altar mayor, con esculturas de Juan
Adán. A partir de 1764 se habían iniciado las obras del Sagrario,
con diseño de Ventura Rodríguez; esta última fase de las obras fue
consagrada en 1801, con lo que así quedó concluida la construcción
del primer templo de la diócesis.
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