viernes, 26 de abril de 2013

Hermandad de la Buena Muerte, Jaen


Real Hermandad Sacramental y Cofradía de nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Cristo Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de las Angustias

Jaen



Datos Históricos

La Cofradía nace en 1926 transformando una antigua cofradía de Gloria, la del Señor de la Buena Muerte, que desde mediados del S. XVIII radicaba en el convento de La Merced y veneraba una portentosa imagen que representaba el momento en el que, tras la flagelación Jesús recoge sus vestiduras, obra que se había traído desde Granada en 1726 y atribuida a José de Mora, por la familia Mírez. Gozaba con Altar privilegiado de difuntos por lo que se le consideraba "abogado de la Buena Muerte".
Esta cofradía tenía por finalidad atender al entierro y sufragio de sus hermanos, y celebraba su Fiesta en el mes de mayo. En los años veinte del siglo pasado se encontraba escasa de apoyos y cofrades, manteniéndose viva gracias a ciertas familias ligadas en el tiempo a sus filas. Fue por ello que un grupo, liderado por Manuel Cañones de Quesada, decidió reactivarla transformándola en cofradía de Pasión.

Fue entonces cuando se encarga un crucificado al escultor comprovinciano Jacinto Higueras Fuentes y se radica en la Santa Iglesia Catedral, consiguiendo que el Excmo. Cabildo le facilitase la imagen de Ntra. Sra. de las Angustias, que había llegado a la Catedral procedente del extinguido convento de Carmelitas Descalzos. En 1930 se incorpora una imagen de San Juan, obra del valenciano Francisco de Pablo.

Desde su primera salida procesional en 1.927, la Hermandad aparece como una poderosa palanca que revitalizará la Semana Santa de Jaén, gracias al apoyo conseguido de distintas personalidades, y se presenta una procesión de inusitada belleza, brillantez y se ponen en marcha diferentes iniciativas hasta entonces desconocidas en Jaén. Todo ello da a esta Hermandad un indudable carisma y la revisten de una seriedad y señorío que habrán de caracterizarla desde entonces hasta nuestros días.
Desde 1986 tiene la condición de Hermandad Sacramental.


Imágenes


Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
Obra de Jacinto Higueras Fuentes de 1927, realizado en madera de Aliso y crucificado sobre cruz, de sección plana, en madera de nogal. En 2009 fue restaurado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Artístico.

Cristo Descendido de la Cruz
Grupo escultórico original del escultor santanderino Víctor de los Ríos Campos de 1959. Lo componen las figuras de Nicodemo, subido en la escalera, Jesús muerto en brazos de San Juan y José de Arimatea, María Magdalena, una de las santas mujeres y la Virgen María.

Nuestra Señora de las Angustias.
Atribuida al granadino José de Mora de principios del S.XVIII y procedente del desaparecido convento de S. José de P.P. Carmelitas Descalzos, al que llego en 1720. Fue restaurada por el I.C.R.O.A en 1983. Representa a la Virgen con su Hijo en el regazo con las manos entrelazadas en su pecho. Completan el conjunto dos portentosos angelitos plañideros que portan en sus manos el martillo y las tenazas de la pasión, en metal plateado, y enjugan sus lágrimas en delicados pañuelos bordados.


Pasos Procesionales


El Cristo, procesiona desde 2002 sobre sobrio trono, en madera de cedro y barnizado en nogal, tallado por José Tirao Carpio, e inspirado en la arquitectura y ornamentos de la Catedral de Jaén. Como elementos fundamentales destacan las reliquias de San Pedro Poveda, San Josemaría Escrivá de Balaguer y las del Beato Manuel López Garrido, expuestas en cuatro relicarios de plata realizados por los de talleres de Arte Moreno de Granada, colocadas en los costeros del trono. Así mismo son destacadísimas las cuatro tablas pictóricas incorporadas en las capillas perimetrales del trono que representan: La Santísima Trinidad, La Ascensión, La Asunción y la Eucaristía realizadas por encargo de la Hermandad a nuestro hermano, y afamado, pintor D. Francisco Huete Martos. Destacan también, en las esquinas del trono, las tallas de los evangelistas obra de José Dueñas Rosales.

Cristo Descendido, procesiona desde el año 2002, sobre el antiguo trono del Stmo. Cristo de la Buena Muerte, en el que trabajaron Manuel González Fernández y José Castillo Ordóñez en 1928, y que fue ampliado y reformado por Vicente Castillo en 1958, adaptándose en 2002 para este grupo por José Tirao Carpio.

bellísimo trono barroco plateado obra del tallista Francisco Palma Burgos en 1950, restaurado en los años 1999-2001 por Eloisa Arcos.



Hábito Procesional

Túnica y capa blancas con botonadura negra y filo negro en bocamanga, cíngulo negro de lana, caperuz de seda negro y sobre el pecho, en círculo blanco de seda, el emblema de la Hermandad bordado. Guantes blancos y zapatos y calcetines negros.


Estación de Penitencia: Miercoles Santo

Casa Hermandad: c/Espiga 7 bajo



Su Templo


Santa Iglesia Catedral de Jaén


Conquistada Jaén en 1246, el obispo de Córdoba D. Gutierre consagró la mezquita mayor, la dedicó a la Asunción de la Virgen, y la convirtió así en el primer templo de la diócesis. El edificio musulmán pervivió hasta 1368, cuando el obispo D. Nicolás de Biedma derribó la mezquita e inició la construcción de una catedral gótica, dotada de cinco naves y claustro. No debió ser una obra sólida, pues a finales del s. XV D. Luis Osorio tuvo que derribarla y empezó a construir otra, en el mismo estilo arquitectónico. Para ayudar a la construcción, el prelado otorgó una serie de indulgencias y gracias, y el sínodo de 1492 ordenó la colocación de un cepillo en cada parroquia con el fin de recolectar donativos destinados a sufragar los gastos del nuevo templo. En 1500 tomó posesión del obispado de Jaén uno de los prelados que ha pasado a su historia como mecenas de las artes e impulsor de distintas edificaciones: D. Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, quien realizó importantes reformas en la fábrica de la catedral, aún en estilo gótico.

En 1525 un peritaje del cimborrio determinó que amenazaba ruina y empezó a considerarse la posibilidad de construir un nuevo edificio, más sólido que el ya existente. Intervino entonces un personaje que fue decisivo para el inicio de una nueva etapa constructora: el cardenal Esteban Gabriel Merino, arzobispo de Bari y obispo de Jaén, residente en la curia romana. El purpurado logró obtener del papa Clemente VII el breve Salvatoris Domini (20 diciembre 1529) por el que el pontífice concedió una notable cantidad de indulgencias a quien contribuyera económicamente a la edificación de una nueva catedral, a la vez que autorizaba la constitución de una cofradía bajo la advocación del Santo Rostro, compuesta por 20.000 hombres e idéntico número de mujeres. Con los fondos recolectados se iniciaron las obras hacia 1551 según los planos del que fue el gran artífice del nuevo templo, Andrés de Vandelvira. La modernidad de la obra nueva residía en la desaparición de la girola gótica, con lo que se creaba una planta de tipo salón. El mayor mérito de la catedral radica en que durante los siglos que duró su construcción, el plano originario de Vandelvira fue continuado por los demás arquitectos, empezando por su discípulo Alonso Barba, aunque la decoración posteriormente se barroquizara. Las obras se suspendieron por las crisis económicas que sacudieron el final del reinado de Felipe II, a las que se añadió la falta de recursos económicos.


En 1634, el cardenal D. Baltasar de Moscoso y Sandoval, decidido a sacar las obras del proceso de paralización que habían sufrido, obtuvo de Urbano VIII un breve fechado el 8 de enero 1635, por el que la Santa Sede, previa autorización de Felipe IV, autorizaba la aplicación de dos mil ducados anuales de la mesa episcopal, mil quinientos de la mesa capitular y las rentas de los beneficios vacantes de toda la diócesis. Esta gracia, prorrogada sucesivamente, supuso en recursos económicos más de la duplicación de las rentas de la fábrica, lo que permitió la prosecución de las obras con un ritmo constante hasta su conclusión. El arquitecto Juan de Aranda Salazar concluyó el crucero y la cúpula, y así en 1660 se pudo consagrar el templo con unas espléndidas fiestas. Siguiendo el proceso constructivo, en 1688 se culminó la fachada como un gran retablo de órdenes gigantescos, según diseño de Eufrasio López de Rojas, con relieves de Pedro Roldán y una balaustrada de Blas Antonio Delgado. En el interior, el coro fue construido durante el primer tercio del siglo XVIII aprovechando la sillería del XVI. Su bóveda fue proyectada por José Gallego y Oviedo del Portal, discípulo de Churriguera (1726), quien también diseñó la arquitectura pétrea del mismo coro. A finales del XVIII se decoraron las capillas y fue erigido el tabernáculo y ostensorio del altar mayor, con esculturas de Juan Adán. A partir de 1764 se habían iniciado las obras del Sagrario, con diseño de Ventura Rodríguez; esta última fase de las obras fue consagrada en 1801, con lo que así quedó concluida la construcción del primer templo de la diócesis.

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