martes, 9 de octubre de 2012

Luisa Roldan "La Roldana"


Escultora barroca, fue la primera mujer reconocida en la Corte, llegando a ser escultora de cámara de Carlos II y Felipe V. Todavía hoy es una desconocida y su nombre sólo ocupa una breve referencia en la mayoría de las monografías, víctima de un olvido secular. Aunque su vida estuvo llena de dificultades al ser mujer en una época claramente dominada por los hombres, fue una mujer emprendedora que luchó para alcanzar la fama, en un camino lleno de dificultades. Trabajadora incansable y buscadora con un talento que, a pesar de las incomprensibles reticencias que, aun hoy, persisten, superaba al de sus colegas masculinos en muchas de sus obras. Una de sus atribuciones más polémicas, La Esperanza Macarena, todavía suscita bastantes discusiones.


Luisa Ignacia Roldán Villavicencio conocida popularmente como "La Roldana", nace en Sevilla el 8 de septiembre de 1652, en el seno de una familia de artistas escultores. Su padre, Pedro Roldán, había emigrado desde Granada en 1647 y tenía un próspero negocio de tallas religiosas. En el taller familiar aprendieron y trabajaron todos los hijos de Pedro y su esposa, Teresa de Jesús Mena Ortega y Villavicencio. Pero mientras los hermanos de Luisa seguían los pasos de su padre, las tres hijas del artista se dedicaban a la parte más delicada de las obras: dorar, estofar y todas aquellas tareas consideradas “femeninas”. Pero ella pronto se decantó por imitar a su padre y sus hermanos diseñando y tallando sus propias esculturas.

Demostró ser la más dotada de todos y por eso su padre comenzó desde muy pequeña a ofrecerle algunos encargos que pudieran afianzarla en la escultura. Le transmitió toda su experiencia y le proporcionó una educación excepcional para una mujer de esos tiempos. Luisa debió dedicar mucho tiempo al estudio, de hecho todo su posterior trabajo está inspirado por una profunda formación religiosa que solo la lectura de obras literarias y libros sagrados podía proporcionarle.

La maestría de Luisa fue de gran ayuda en el próspero taller de su padre que en poco tiempo había crecido y necesitaba de más aprendices y operarios. Además, Pedro no sólo trabajaba en su negocio sino que también dedicaba parte de su tiempo a ejercer de profesor en la Academia de Sevilla. Así, Luisa empezó a tomar las riendas de muchos de los proyectos que llegaban al taller y su fama empezó a crecer..

Tanto Luisa como sus dos hermanas se casaron con ayudantes del negocio familiar. Pedro desaprobó rotundamente la elección de Luisa, que se casa en contra de la voluntad paterna con el escultor Luis Antonio de los Arcos mediante un casamiento “clandestino”. El día 17 de diciembre de 1671, a petición de Luisa, el arzobispo de Sevilla mandó “secuestrarla” de su casa paterna para que la pareja pudiera manifestar su libre deseo de casarse ante un juez de la Iglesia e independientes de sus familias. Su deseo se cumplió como un “regalo de Navidad”, porque el 25 de diciembre de 1671, a pesar de que el famoso padre todavía estaba protestando, Luisa y Luis Antonio celebraron su boda en la Iglesia de San Marcos.

Juntos formaron un taller propio y empezaron un trabajo mutuo, en el que ella tallaba y esculpía, llevando el peso de los encargos y del trabajo del taller, y él policromaba, pero enseguida comprueba que su marido demuestra ser lo que ya había vaticinado su padre: bebedor, pendenciero y poco interesado en el trabajo de pintar sus tallas, dotado sólo para gastar el dinero que ella ganaba con un esfuerzo notable. Como si no fuera suficiente de los seis hijos que nacieron, cuatro murieron antes de los dos años .

Los primeros años de vida independiente Luisa no consiguió grandes encargos. Fue entonces cuando decidió desarrollar una técnica personal trabajando el barro. Este material era considerado entre el mundo artístico escultórico de baja categoría. Pero Luisa consiguió moldear figuras de alta calidad con este material y empezó a recibir encargos. También se cree que las relaciones con su padre mejoraron, ya que constan algunas colaboraciones entre ellos. Las que destacan, son los cuatro ángeles realizados por La Roldana para el paso de Semana Santa del Cristo de la Exaltación y para esta misma Hermandad las figuras de los «dos ladrones» que constan como hechos por su marido Luis Antonio de los Arcos, pero que en su mayor parte y por su estilo podría atribuirse a Luisa Roldán.



Su escultura fue de temática religiosa, siguiendo las directrices del Concilio de Trento de humanizar el arte de las imágenes, para poner la religión más cercana al pueblo. Realizó esculturas de tamaño natural para procesionar, en madera o de barro cocido con policromía, así como también otras de pequeños grupos de devoción para particulares y conventos, con gran movimiento y expresividad con plenas características del arte barroco. Ejecutó numerosos belenes en terracota de estilo italiano, inclinándose más por los que formaban una escena de la Natividad como grupo escultórico unido.

Al mismo tiempo, eran cada vez más frecuentes los conflictos con su marido. Pero en aquella fase oscura de su vida, la reconciliación con su padre influyente constituyó un rayo de esperanza para Luisa. Por su prestigio, abrió alguna y otra puerta para su hija y pronto, después de haber realizado varias obras importantes por mediación de su padre, Luisa obtuvo el nombre La Roldana.

La reconciliación entre padre e hija también se manifestó en una obra común, ya alabada por sus contemporáneos: el Paso monumental de la cofradía “La Exaltación“ (el que procesiona cada Jueves Santo por la tarde por las calles de Sevilla).



Después de una etapa de aprendizaje y primeras obras realizadas en Sevilla, se trasladó a Cádiz.  De esa época nos ha dejado el Ecce Homo que se conserva en la catedral de Cádiz, en el que se autonombra como «insigne autora» de la imagen ayudada por su marido y que está fechado el 29 de junio de 1684 y en cuya parte posterior se encuentran diversos esbozos de rostros.  De estas mismas fechas se encuentran diversos Ecce Homo, como el de la iglesia de San Francisco de Córdoba —atribuido por Sánchez Peña— y el de la capilla de Nuestra Señora de Belén del convento de Santa Cruz también de Córdoba que muestran gran semblanza con el de Cádiz.


Uno de los primeros encargos recibidos ya instalada en Cádiz, fue el de los diputados municipales de las fiestas de los Patronos de Cádiz, que propusieron  la realización de las esculturas de San Servando y San Germán para ser expuestas en la sala Capitular del ayuntamiento de la ciudad, actualmente veneradas en una capilla de la catedral Nueva de Cádiz. En uno de estos santos —San Servando— se encontró un documento que ponía:«diseñado por Pedro Roldán, hecho por Luisa Roldán y dorado y estofado por Luis Antonio de los Arcos»

En 1688, Luisa, su marido y sus dos hijos (otros cuatro vástagos no habían sobrevivido) se trasladaron a Madrid para buscar nuevas oportunidades. La ambición de La Roldana se centra en un nuevo destino: el Palacio Real en Madrid. Era su deseo conseguir lo que ninguna mujer hasta entonces había logrado: ser nombrada "escultora de cámara" por el Rey. En aquella época hubo un lobby de artistas sevillanos en la Corte de Madrid que desde el triunfo del genio Velázquez se había establecido allí. La Roldana habrá intentado de aprovechar los contactos de esos artistas sevillanos, pero tenía una desventaja decisiva: era mujer.

Esperando en vano el gran éxito durante tres años, tuvo que fabricar pequeñas obras de barro cocido, especialmente belenes, para aristócratas caprichosos, hasta que en 1692 logró el triunfo con su versión dramática del Arcángel San Miguel aplastando al Diablo. La escultura, que es de madera policromada y algo mayor que el natural, muestra al Arcángel venciendo al demonio al que tiene bajo sus pies, todo ello con gran movimiento y dramatismo. Según se cuenta, Luisa se autorretrató en la cara de San Miguel y puso el rostro de su marido al demonio, representando el Bien y el Mal respectivamente. Y es que, hay opiniones sobre que Luisa también podía aprovechar esa obra maestra para un análisis despiadado de su crisis matrimonial, presentando el Diablo con la cara de su marido vicioso y prestando su propio rostro al Ángel que lucha valientemente por la victoria de la luz y de la vida. Sólo se puede especular sobre los detalles de los conflictos entre Luisa y su esposo, el que no sólo en esta obra de arte, sino también en la vida real, siempre se mantuvo en su sombra.

El Rey Carlos II. quien había pedido esa escultura para decorar una sala del Escorial, se mostró muy contento con la obra, y el día 15 de octubre de 1692, nombró a la creadora de la misma “real escultora de cámara”.

A partir de esta fecha realiza numerosos grupos escultóricos en barro, belenes portátiles y obras de pequeño formato que gozaban de gran aceptación entre la nobleza cortesana. Si bien este nombramiento le dio fama y prestigio, la gran crisis que atravesaba España hizo que los pagos de la corona se retrasaran, llegando a tal extremo que apenas si tenían donde vivir. Aunque se le asignó un salario de cien ducados anuales, el pago real no lo recibía, por lo que tuvo que hacer varias peticiones para conseguir mantener a su familia. Las peticiones fueron primero al propio rey al que en el año 1693 le solicitó la concesión de una habitación en las casas del Tesoro —lugar cercano al Alcázar y donde vivían gran parte de los artistas de cámara del rey— ya que ni siquiera con su «plaza de escultora pobre no tenía donde vivir ni ella ni sus hijos». Pasaron luego a ser dirigidas a la reina Mariana de Neoburgo,  a la que recordaba que llevaba seis años a su servicio y pedía que le dieran: «vestuario o una ayuda de costa o lo que fuese de su mayor agrado»; en otra carta del mismo año añadía:«por estar pobre y tener dos hijos, lo paso con grandes estrecheces pues muchos días falta para lo preciso para el sustento de cada día».

Mientras tanto, en Sevilla, su padre continuaba trabajando. pero Luisa, nunca quiso volver a su ciudad natal, decidió aguantar en Madrid y vivir en situación de auténtica miseria.


En 1699 murió su padre, nombrando herederos a todos sus hijos y entre ellos a Luisa. De esa misma fecha es la Virgen con el Niño, con cierta influencia del gótico flamenco —Luisa habría visto en el taller de su padre un libro de estampas que poseía de Alberto Durero— por lo que le pudo inspirar en alguna de sus obras; esta Virgen se encuentra en el convento de San José o de «Las Teresas» de Sevilla y está firmada con fecha en la parte posterior. De esta misma fecha son los grupos en terracota policromada que se exponen en el Museo Provincial de Guadalajara de la Sagrada Familia con el Niño dando sus primeros pasos y San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña.

En el año 1700 murió el rey Carlos II y el nuevo rey Felipe V, llegó a España en abril de 1701. Luisa Roldán presentó al nuevo rey dos obras, un Entierro de Cristo y un Nacimiento, a la vez que le enviaba una solicitud para que se sirviera nombrarla nuevamente escultora de Cámara y pidiéndole «casa para vivir y ración para mantenerse ella y sus hijos...  hasta que con fecha de octubre de 1701 el nuevo rey le concedió otra vez el nombramiento de escultora de Cámara.

Carlos II había encargado a la escultora una imagen de Jesús Nazareno para enviarla como presente a Inocencio XI, pero ante el fallecimiento del papa en 1689, se destinó para el monasterio de El Escorial. Finalmente, debido a la muerte del rey, la escultura se quedó en el taller de La Roldana y pasó a poder de sus hijos, quienes se desprendieron de ella junto con una Dolorosa para ser enviada al convento de las Religiosas Clarisas —conocidas como Nazarenas— de Sisante.

A pesar de su fama, su trabajo para un mecenas madrileño, el duque del Infantado y el nombramiento de Accademica di Merito por la prestigiosa Accademia di San Luca di Roma "Maddona di relievo di cretacotta fatta de sua maño coloritta...", Luisa nunca disfrutó de fortuna económica y muere firmando una declaración de pobreza. 

La fecha de fallecimiento de Luisa Roldán no se sabe con certeza ya que no ha aparecido el documento de defunción de la artista. Se sabe que fue antes del 13 de octubre de 1706, fecha del testamento de su madre en el que deja herederos entre otros familiares a «sus nietos María y Francisco, hijos legítimos de Luisa Roldán, su hija difunta, que fue mujer de Luis Antonio de los Arcos, vecino de Madrid.»

Su obra.

Las esculturas de la Roldana se caracterizaron por unas formas de gran expresionismo y sentimiento, logradas con melenas de cabellos y ropajes ondeando, como si fueran movidos por una brisa sanadora.

Obra atribuida por algunos autores a La Roldana, es la imagen de la Virgen de la Macarena, entre ellos el profesor Hernández Díaz, quien comenta el parecido con La Dolorosa de Sisante, obra posterior y de atribución segura a esta autora. La profesora de historia del arte García Olloqui, experta en la obra de Luisa Roldán, cree que La Macarena guarda «cierto parecido con la Virgen de la Soledad, obra documentada de La Roldana, de c. 1688, de la Cofradía del mismo nombre de Puerto Real (Cádiz)». 



La Virgen de la Estrella, perteneciente a la Hermandad de la Estrella, tradicionalmente atribuida a Juan Martínez Montañés, tras una restauración efectuada en 2010, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), atribuyó la imagen a la producción del taller artístico del matrimonio .

Otro tipo de imágenes marianas también atribuidas a esta escultora, se encuentran dentro de su estancia en Sevilla, como la Virgen de la Sede en la iglesia del Hospital de los Venerables Sacerdotes y que se encuentra catalogada, en el inventario de dicho hospital realizado entre 1920 y 1930.

La Virgen con el Niño de la Academia de Medicina de Sevilla, está considerada como de la escuela de Pedro Roldán pero muy relacionada con su hija Luisa. Otras imágenes importantes son la Virgen del Carmen, existente en el convento carmelita de Santa Ana y en el convento de Santa María de Jesús la imagen principal de la Virgen titular, colocada en el retablo mayor y cuyo resto escultórico fue realizado por Pedro Roldán. Una imagen conocida como la Virgen Peregrina se conserva en el museo de las Madres Benedictinas del monasterio de la Santa Cruz de Sahagún y está atribuida a esta escultora. La imagen llegó al monasterio en 1967 procedente del santuario de la Peregrina de la misma ciudad y consta que fue comprada en Sevilla en 1687. Aunque en esa fecha Luisa Roldán se había trasladado a Cádiz, es posible que esta imagen se quedara en el taller de la familia Roldán, donde pudo ser adquirida.

Tradicionalmente se le ha atribuido la hechura de la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de la Hermandad del Santo Entierro de Dos Hermanas. Sin embargo, se ha considerado una atribución dudosa.

También de su taller son el Señor de la Humillación perteneciente a la Cofradía de la Piedad y que se encuentra en la iglesia de Santiago Apóstol, sede de la Hermandad; las imágenes de San Juan Bautista y de San José están colocadas en un altar barroco de la parroquia de San Antonio. En la iglesia del monasterio de Nuestra Señora de la Piedad se encuentra un grupo escultórico representando una Sagrada Familia.

Entre los temas realizados por La Roldana, se encuentran las representaciones de Niño Jesús; una de la más populares es la llamada Niño Jesús quitapesares de la iglesia de San Pedro en Arcos de la Frontera; está en la hornacina principal del retablo mayor y forma parte del conjunto escultórico de la Divina Pastora.

En Jerez de la Frontera, se le atribuyen las imágenes del Niño Jesús de la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús en el convento de Santo Domingo, un San José de la iglesia de San Lucas, un Ángel confortador del paso de la Cofradía de la Oración en el Huerto y para la Hermandad del Prendimiento la imagen titular que es una valiosa imagen barroca procesional. En la población de Sanlúcar de Barrameda, los dos ángeles del  convento de Madre de Dios, así como un nacimiento del convento de los Capuchinos. Entre las imágenes para procesionar de la Semana Santa en Sanlúcar de Barrameda se encuentra la de Nuestra Señora de los Dolores que ya existía en el momento de constituirse la Hermandad, por lo que posiblemente era del siglo XVII o principios del XVIII. Hay autores que la atribuyen a Luisa Roldán, mientras que otras fuentes la atribuyen a Jerónimo Hernández.

De sus tiempos en Madrid es la obra El descanso en la huída a Egipto (c. 1691) con temas iconográficos tomados de un dibujo de Miguel Ángel y de una obra del Veronés. Esta obra de Luisa es nombrada como «La Sagrada Familia de la colección Güell» por Sánchez Cantón, y también como «Nacimiento de Jesús del conde Güell».

Otro grupo en la misma línea que el anterior, es el de Los Desposorios místicos de Santa Catalina, obra firmada por la autora y que se encuentra en la Hispanic Society of America en Nueva York, en la que también se conserva la Muerte de la Magdalena y que después de haber estado atribuida, se encontró la firma de la autora colocada cerca de los pies del ángel de la derecha de este grupo.

En la catedral de Santiago de Compostela se encuentra un relieve de la Virgen de la leche, posiblemente regalo del rey a su prometida Mariana. Con este mismo tema mariano y de esta época madrileña, existe un boceto en Sevilla y una imagen en el convento de las capuchinas de Málaga y otra en una colección particular de Madrid.

También pertenece a esa etapa, uno de los ángeles en talla policromada, obra atribuida a Luisa Roldán del retablo de la capilla de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder en la Colegiata de San Isidro (Madrid).

Localización de obras en museos y colecciones

Arcos de la Frontera. Iglesia de San Pedro: Divina Pastora con Niño Jesús quitapesares.

Barcelona. Colección del Conde Güell: El descanso en la huída a Egipto.

Bilbao. Museo de Bellas Artes: Descendimiento.

Cádiz. Catedral Nueva de Cádiz Ecce-Homo, San Servando y San Germán y ángeles pasionarios. Iglesia de San Antonio: San José y San Juan Bautista. Iglesia de Santa Cruz: San Antonio de Padua. Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad: Sagrada Familia.


Córdoba. Iglesia de San Francisco: Ecce-Homo
 Guadalajara. Museo Provincial de Guadalajara: San Joaquín, Santa Ana con la Virgen niña y Sagrada Familia con el Niño dando los primeros pasos

 Jerez de la Frontera. Convento de Santo Domingo: Niño Jesús perteneciente a la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús. Iglesia de San Lucas: San José.


 León. Convento de las Carbajalas: Nuestro Padre Jesús de la Misericordia.

 Londres. Victoria and Albert Museum: Aparición de la Virgen a San Diego.

 Los Ángeles. The Getty Center: San Ginés de la Jara.

 Madrid. Convento de las Descalzas Reales: Arcángel San Miguel. Convento de San Ildefonso de las Trinitarias (enfermería): Inmaculada. Colegiata de San Isidro: seis ángeles pasionarios en el retablo de la capilla del Cristo.
 Móstoles. Ermita de Nuestra Señora de los Santos: Jesús Niño y San Juan Bautista.

 Nueva York. Hispanic Society of America: Muerte o éxtasis de María Magdalena y Desposorios místicos de Santa Catalina



Puente Genil. Antiguo convento de los PP. Franciscanos: Virgen de los Ángeles.

Puerto Real. Iglesia de la Victoria: Virgen de la Soledad.

Puerto de Santa María.Iglesia prioral: Dos ángeles lampareros y Nazareno.

Rute. Parroquia Nuestra Señora del Carmen: Virgen del Carmen.

San Lorenzo de El Escorial. Monasterio de El Escorial: Arcángel San Miguel aplastando al diablo.
Sahagún. Monasterio de Santa Cruz: Virgen Peregrina.
Sanlúcar de Barrameda. Convento de Madre de Dios: dos ángeles del transparente de la iglesia. Convento de los Capuchinos: Nacimiento

Sevilla. Catedral de Sevilla: Niño Jesús.
Hermandad de La Exaltación: Cuatro ángeles pasionarios.
Hermandad de la Estrella: Virgen de la Estrella. 

Hermandad de «los Panaderos»: Virgen de Regla. Hospital de los Venerables: Virgen de la Sede. Convento de Santa Ana: Virgen del Carmen.
Convento de Santa María de Jesús: Santa María de Jesús y Nacimiento.
Convento de las Teresas: Virgen con Niño. Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad: Sagrada Familia.

Sisante. Iglesia de las Hermanas Nazarenas: Nazareno y Virgen Dolorosa.

Toronto. Royal Ontario Museum: San Miguel.

 Gran Canaria. Catedral de Canarias: San Fernando Rey

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